Soy Mia Farrow acunando al siniestro bebé que no para de llorar.
Aliviada por el cese de su llanto, contemplo embelesada a mi pequeño lucifer.
Por fin duerme relajado, así que aprovecho para, con gesto maternal estirar las sabanas y atusar los negros tules que cuelgan de su cuna.
Me alejo silenciosamente por el pasillo, dirigiéndome a la ducha para limpiar esa sangre seca que sus negras garritas han dejado en mi pecho cuando lo amamantaba; pero oigo un murmullo de voces conocidas; nerviosa, abro la ventana y entre la oscuridad veo a las brujas de Macbeth recitando sin parar sus conjuros, alrededor de una hoguera.
Tengo miedo y corro al cuarto de baño, una vez allí siento como me reconforta el agua caliente, resbalando por mi cuerpo, pero noto como una mano esta corriendo la cortina de la bañera, rápidamente froto mis ojos llenos de jabón y veo a a a a ¡Norman Bates!, cuchillo en mano.
Ahhhhhhhhhhhhhhh!
Me despierto en mi cama, calentita y acogedora, Horacio que espera cada mañana ese momento, me dedica sus ronroneos, frota su cabeza contra mí y estirando sus patitas deja ver esas uñas retráctiles que cada día afila en mis vaqueros; le acaricio a la vez que oigo como las vecinas del piso de debajo, tres estudiantes que comparten piso, discuten como cada mañana, por quien tenía que fregar los platos de la cena.
Menos mal que todo era una pesadilla; puestos a soñar con lucifer hubiese preferido el infierno de Bacardí, con todos esos diablos macizos bailando música trance.
En fin, una no puede ni elegir las pesadillas, así que me toca levantarme, perooooo por si acaso mejor me ducharé en el gimnasio.
Aliviada por el cese de su llanto, contemplo embelesada a mi pequeño lucifer.
Por fin duerme relajado, así que aprovecho para, con gesto maternal estirar las sabanas y atusar los negros tules que cuelgan de su cuna.
Me alejo silenciosamente por el pasillo, dirigiéndome a la ducha para limpiar esa sangre seca que sus negras garritas han dejado en mi pecho cuando lo amamantaba; pero oigo un murmullo de voces conocidas; nerviosa, abro la ventana y entre la oscuridad veo a las brujas de Macbeth recitando sin parar sus conjuros, alrededor de una hoguera.
Tengo miedo y corro al cuarto de baño, una vez allí siento como me reconforta el agua caliente, resbalando por mi cuerpo, pero noto como una mano esta corriendo la cortina de la bañera, rápidamente froto mis ojos llenos de jabón y veo a a a a ¡Norman Bates!, cuchillo en mano.
Ahhhhhhhhhhhhhhh!
Me despierto en mi cama, calentita y acogedora, Horacio que espera cada mañana ese momento, me dedica sus ronroneos, frota su cabeza contra mí y estirando sus patitas deja ver esas uñas retráctiles que cada día afila en mis vaqueros; le acaricio a la vez que oigo como las vecinas del piso de debajo, tres estudiantes que comparten piso, discuten como cada mañana, por quien tenía que fregar los platos de la cena.
Menos mal que todo era una pesadilla; puestos a soñar con lucifer hubiese preferido el infierno de Bacardí, con todos esos diablos macizos bailando música trance.
En fin, una no puede ni elegir las pesadillas, así que me toca levantarme, perooooo por si acaso mejor me ducharé en el gimnasio.
5 comentarios:
A veces las pesadillas y la realidad se parecen mucho.... menos mal que tienes a pequeño Horacio, él no entiende de pesadillas.
¡Vaya pesadilla! yo si me tengo que quedar con algún infierno también prefiero el de Bacardi.
Un abarzo.
Uf! hay un monton de peliculas de terror con escena de duchas de gimnasio, pero mejor no digo nada. (suerte)
Pero yo voy a un discreto gimnasio,lleno de karatekas que espantarían al psicopata más pintao.
Pues a mí LUCÍA, ese infierno de Bacardí, me gusta tanto, tanto, con esa mÚsica hipnotica, y todos esos cuerpazos siguiendo el ritmo;
que no hago más que pecar para merecerlo.
Bueno ANONIMO, te diré que mi realidad, apenas se parece a mis pesadillas, y es una suerte teniendo en cuenta que esta pesadilla es muy light.
Como me gustó esta película !!
Horacio te volvió a tu realidad :-)
Saludos de alcachofa
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